Ya sé que se murió Nestor Kirchner, y ya sé que no escribí nada.
Quizá porque no tengo nada que decir. Los argentinos tienen el sentimiento de enternecerse cuando ven un muerto en un jonca, asi que creo que lo mejor para hablar de Néstor es dejar que pase el "efecto post mortem".
Demás está decir que su muerte beneficia y mucho al kirchnerismo, su figura, que espantaba votos a toneladas YA NO EXISTE, tampoco voy a caer en el efecto contrario y creerme o sorprenderme por los miles que lo despidieron, me toco pasar por la Plaza de Mayo el jueves al mediodía, porque trabajo cerca y necesitaba tomarme el subte, no me sorprendió nada de lo que ví, creo que las villas de zona sur deben haber quedado despobladas, pues sus habitantes estaban todos ahí, seguro. Esos son los únicos votos que el kirchnerismo consigue, y ciegamente, no creo que el campo haya cambiado de idea porque Nestor estuviera en un cajón.
Volvamos a la realidad cotidiana, al zurdaje que se ha adueñado del poder, y que creen que con números macroeconómicos alentadores, o mostrarme la estadística de cuantos autos se venden bastan para que yo acepte la tergiversación histórica del zurdaje.
Volvamos a la realidad, Formosa, 1975: Ataque del Grupo Terrorista Montoneros en PLENA DEMOCRACIA Y ESTANDO VIGENTES TODAS LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES, o sea para mas claro: OTRA MUESTRA DE COMO EL ZURDAJE GUERRILLERO SE CAGÓ EN LA DEMOCRACIA.
Sabían ustedes ? los asesinos guerrilleros, o mejor dicho sus deudos, cobraron una INDEMNIZACIÓN, pues algún zurdo metió a estos asesinos en la INTERMINABLE lista de "desaparecidos" ... saben cuanto cobraron ? $ 620.919 ... que tul ?
Esta nota apareció en el diario PERFIL:
La mayoría de los guerrilleros muertos en Formosa figuraba en 2006 en los nuevos listados del Nunca más, el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Esa “actualización” del Nunca más, en el gobierno de Néstor Kirchner, derivó en la incorporación de más de mil muertos o desaparecidos antes del golpe del 24 de marzo de 1976, entre ellas 526 “víctimas de ejecución sumaria”, la calificación que tenían en 2006 ocho de los doce guerrilleros caídos en Formosa. La fuente de esa información, según los datos oficiales, era el Redefa, el Registro de Fallecidos de la Ley 24.411, que en 1994 estableció el pago de una indemnización a los parientes de los desaparecidos y muertos antes de la recuperación de la democracia.
En marzo de este año, esa indemnización era de 620.919 pesos (cien veces el sueldo más alto de la administración pública nacional); en aquel momento, los padres de cada uno de los colimbas muertos en Formosa cobraba una pensión mensual de 842 pesos. Estos jóvenes eran los más pobres, los que no tenían dinero para viajar a sus casas y se habían quedado de guardia. En mi libro, dividí esas sumas y llegué a la conclusión de que, por ejemplo, los padres de Marcelino Torales deberían cobrar esa pensión todos los meses durante más de sesenta y un años para llegar al dinero ya percibido por los parientes de cada uno de los guerrilleros caídos a metros de distancia de sus hijos, sólo que en el otro bando.
Un lector especializado me comentó que el cálculo era correcto, pero que una comparación mucho más precisa resultaría de obtener el valor presente de esa pensión mensual debido a que el pago realizado por el Estado a los herederos de los guerrilleros ya se había concretado en su totalidad. Para eso, había que tomar como base la pensión mensual y multiplicarla por doce, con el fin de obtener un valor anual sobre el cual efectuar los cálculos. Con la destreza de sus antepasados suizo-alemanes, este lector me advirtió que todo dependía de la tasa de descuento elegida.
“Creo que hay que tomar una tasa del 10 por ciento, que es lo que podríamos obtener como renta para un capital invertido en un plazo fijo. Claro que no representa el riesgo de invertir en pesos en la Argentina, puesto que no compensa siguiera la inflación”, sostuvo.
Con esas tasas, el resultado es que, para el Estado, la vida de un guerrillero vale igual a las vidas de seis soldados. Una conclusión aún más dura que la mía. Una última advertencia de este lector: “Asumo que la pensión que reciben se ajustará por inflación todos los años; si este supuesto no se cumpliera, habría que usar una tasa de descuento más cercana al 20 por ciento y entonces el valor presente de esa pensión sería mucho menor, con lo cual la vida de sus hijos valdría aún menos, comparativamente hablando”.